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ÉRASE UNA VEZ...

 

                ...una celebración que tuvo que retrasarse varios años. En efecto, en 1949 -y después de otros intentos en años anteriores- coincidiendo con la celebración del Milenario de Castilla, estaba prevista la inauguración de una estatua dedicada a la figura de Rodrigo Díaz; el de Vivar, para los cristianos, el Cid para sus enemigos. La escultura en bronce, obra del artista Juan Cristóbal González Quesada, se completó con la ampliación del puente de San Pablo, en el que se erigieron ocho estatuas de piedra dedicadas a los personajes más allegados al Cid.

 

Los trabajos empezaron con suficiente antelación, en 1947, cuando el ayuntamiento de Burgos firma el primer contrato de la escultura del héroe castellano. Años después, en 1953 se convocó un concurso para las estatuas del puente, que ganó el escultor Joaquín Lucarini Macazaga. Y así como estas ocuparon sus pedestales en el tiempo previsto, apenas 2 años, la principal, la del Cid se hizo esperar ¡8 años! a que fuera inaugurada con todo boato por el entonces jefe del estado. Un acto al que, por cierto, ¡no fue invitado el escultor!; y no asistió, claro ¿No os parece raro?

 

¿Qué pudo pasar? ¿Por qué motivo la escultura principal llegó tarde a su cita con la historia? ¿Por qué no estuvo el escultor en dicho acto? Estos y otros enigmas que rodearon la ejecución de esta famosa obra es lo que os proponemos investigar. Porque en este caso también la historia oficial se confunde con la realidad e, incluso, con la leyenda urbana de este episodio de la historia burgalesa tan poco conocido pero muy, muy interesante, como podréis comprobar.

 

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